Después de mucho tiempo en mi wishlist, compré, jugué y terminé Disco Elysium. Quería solo escribir una pequeña recomendación porque es una historia que me ha hecho sentir algo, y es algo que solo pasa de vez en cuando con videojuegos, series, etc.
Me ha sacado carcajadas, empatía por algún personaje secundario y mirar con indulgencia al protagonista. Sé que es algo muy personal, pero me recordó ligeramente a un momento más nihilista y desapegado de mi vida, del que hablaré otro día, cuando mantenía un equilibrio bastante estable entre no dormir, no faltar al bar y que no me despidieran del curro.
El personaje en esta aventura gráfica (un detective alcohólico que ha renunciado a la vida) debe resolver una muerte violenta en medio de un conflicto entre trabajadores y patronal en una parte hiper-deprimida de un mundo inventado que sale de una sangrienta guerra civil. Como guinda, ha perdido absolutamente toda la memoria, probablemente efecto secundario del alcohol y drogas que parecen el combustible para que el protagonista pueda andar. Literalmente no sabes ni como te llamas.
El juego se hace extraño al principio, con unas dinámicas un poco particulares y la continua conversación interna entre tus aspectos psicológicos, motrices y emocionales. Pero se juega cuesta abajo y según avanzas en la trama y te familiarizas con la dinámica, más juegas y más quieres. Es difícil identificarte con el personaje en conjunto, por lo extremo que resulta, pero yo he podido verme reflejado en algunos diálogos internos, puede ser porque ya se me va la olla y yo también hablo conmigo mismo.
Recomiendo dejarse llevar un poco por la locura del protagonista, tomárselo como una historia romántica y absurda, un tipo de Don Quijote de la Mancha con tu propio Sancho, que es tu compañero policía y que no está enfermo de disparate, que es tu unión con la realidad.
Hay momento puntuales que atrapan y te absorben hacia el personaje o la historia, como la conversación con la chica disco mientras ella fuma en su azotea o cuando nuestro detective tiene la necesidad imperativa de cantar en un karaoke la canción más melancólica posible. Y canta con voz ronca:
“I would often go there. To the tiny church there. The smallest church in Saint-Saëns -though it once was larger.
How the rill may rest there. Down through the mist there. Toward the seven sisters - toward those pale cliffs there.
I would often stay there. In the tiny yard there. I have been so glad here - looking forward to the past here.
But now you are done. None of this matters at all.”
Yo creo que tiene un punto rejugable, cuando pasen unos meses quizás, aunque de momento me quedo con mi versión de detective diciendo cada cinco minutos “yo soy la ley” y que resultó ser a la vez comunista-internacionalista y racista-nacionalista.
La otra aventura gráfica que tengo en la recámara para este año: Blade Runner, de 1997.